Primera pregunta : ¿Envase bonito o piel bonita?
En primer lugar, todo aceite que haya sufrido una oxidación, es decir, que esté rancio, es comedogénico, sea cual sea su índice o grado de comedogenia teórico. La oxidación provoca una degradación de sus ácidos grasos y las causas de este proceso pueden ser la exposición a la luz, al calor o al aire. Al elegir un producto, piensa si estás buscando la estética del envase o la estética de tu piel. Todos los especialistas de la alimentación y de la cosmética son unánimes: el mejor material para conservar un aceite es un vidrio oscuro. La pipeta gotero queda muy bonita pero el aceite queda totalmente expuesto en cada uso. Incluso, a veces, podemos introducir aire directamente en el producto al presionar la perilla a destiempo.
Dicho esto, hablemos de la comedogenicidad o comedogenia.
¿Qué es la comedogenicidad o comedogenia?
Se dice que un ingrediente o un producto es comedógeno cuando tiene la capacidad de obstruir la glándula sebácea y, por ende, los poros. Esto genera la aparición de granos o puntos negros, también llamados comedones.
Los comedones suelen aparecer en pieles con un exceso de producción sebácea. Si, además, quien tenga una piel con esta característica utiliza productos comedogénicos, ya sean éstos mono-componentes o formulados, tendremos las condiciones perfectas para producir el desastre perfecto.
¿Se puede medir la comedogenicidad?
Sí, y de hecho se mide. Aunque, naturalmente, no se trate de una ciencia exacta, se estableció una escala mediante la observación de reacciones en la piel de la oreja interna de conejos (antes de que la UE prohibiera con excelente criterio los experimentos en animales) y en seres humanos. Se ha establecido una escala de 0 a 5, para catalogar los índices de comedogenicidad. Un aceite de grado o índice 0 será considerado no comedogénico y uno de grado 5 altamente comedogénico. Algún producto, a veces y según la fuente, pasa de Índice 2 a Índice 3. Esto puede ser debido tanto a la disparidad y la subjetividad de los observadores como a quién facilita estas tablas. Si me dedico a vender un aceite X, no voy a incluirlo en el Índice 3 si puedo hacerlo en el 2. Por decirlo de manera gráfica, las piedras y los tejados siguen sin llevarse bien.
Dejamos a continuación una lista breve, aunque no exhaustiva, de los aceites y mantecas de uso más común. Esperamos que os resulte útil.
Índice 0 (No obstruye los poros en absoluto):aceite de aguacate, aceite de argán, aceite de avellana, aceite de cáñamo bio, aceite de jojoba bio, manteca de karité bio, aceite de girasol, aceite de soja
Índice 1 (Probabilidad de que obstruya los poros muy baja): aceite de caléndula, aceite de cártamo, aceite de granada, aceite de semillas de higo, aceite de neguilla o ajenuz bio, aceite de ricino bio, aceite de sésamo, aceite de semilla de uva
Índice 2 (Probabilidad moderadamente baja de que obstruya los poros):aceite de hueso de albaricoque, aceite de almendra dulce bio, aceite de borraja, aceite de cacahuete, aceite de espino amarillo, aceite de macadamia, aceite de oliva bio, aceite de onagra, aceite de sésamo
Índice 3 (Probabilidad moderada de que obstruya los poros):aceite de aguacate,aceite de maíz, aceite de soja,aceite de semillas de algodón, aceite de rosa mosqueta
Índice 4 (Probabilidad alta de que obstruya los poros):manteca de cacao, manteca de coco, aceite de palma, aceite de semillas de lino
Índice 5 (Probabilidad muy alta de que obstruya los poros): aceite de germen de trigo, extractos de algas.
Insistimos que las listas difieren según la literatura y que algún aceite puede pasar de un grado a otro. Pero, en lo esencial, casi todas las listas coinciden.
No es menos cierto que un aceite de índice 4 puede tener efectos muy comedogénicos en una piel grasa o mixta y resultar absolutamente inocuo para una piel seca. De ahí la importancia de conocer su piel y elaborar una lista propia de ingredientes a evitar. Igualmente, en una misma persona, deberemos distinguir los productos que destinaremos a uso facial y los que utilizamos en nuestro cuidado corporal o capilar.
Esto resulta especialmente importante cuando se trate de la zona del contorno de ojos. Miremos bien qué producto utilizamos tanto en la fase de limpieza como en la de tratamiento. La aparición de pequeños bultos blancos debe llevarnos a una indagación inmediata de nuestros productos de higiene y cosméticos. Pero no sólo eso, por supuesto.
Otro canal de transmisión atañe a esa ola de información que nos puede –y suele- llegar a través de las RRSS. Gran parte de ella emana de personas que acaban de llegar al planeta, sin ninguna experiencia o formación, que simplemente comparten con fines crematísticos, un TIP, una “fórmula ancestral” heredada de la abuela o cualquier otro truco para, eso dicen, ahorrarte unos euros. Por una tarde, transformas tu cocina en un laboratorio de alquimista, mezclando ingredientes comprados al por mayor y elaboras un mejunje que aplicas en tu cara, a la espera del milagro. Cual Fausto de andar por casa en zapatillas, es posible que vendas tu piel al diablo, literalmente. Es incluso posible que a la influencer de turno sea absolutamente sincera y que no tenga ningún interés particular por venderte un producto más allá de compartir una experiencia a cambio de un like y que le vaya bien la mezcla, pero a ti no.
Si te sientes inspirada y con alma experimental, siempre se puede hacer… pero probando en pequeñas áreas de piel y observando.