Las propiedades de la “nuez de las mil virtudes”
Cuando John Cunningham vió los frutos por primera vez en los Montes Tamborine, de inmediato pensó que sería un buen alimento… para los cerdos[1]. Más tarde, en 1853, Walter Hill –a la sazón Superintendente del Jardín Botánico de Brisbane-, se llevó una sorpresa que no iba a quedar sin consecuencias. Reproduciremos la anécdota que se recoge en el pequeño folleto ya citado y de sumo interés: habiendo encargado a su joven asistente romper la dura cáscara de unas nueces recolectadas el día anterior en Pine River y extraer sus semillas para ponerlas a germinar; aunque el encargo no incluía el hecho de probarlas, sorprendió al joven zampándose los frutos. Quedó aterrado por semejante estupidez, más que nada porque recordaba que los aborígenes le habían contado que esas nueces eran venenosas. De ahí que su sorpresa fuera mayúscula al comprobar cómo, al día siguiente, su ayudante volvía vivito y coleando. Hill las probó también y le llamó tan poderosamente la atención que se puso en marcha una fabulosa historia de éxito y beneficios en todas sus acepciones[2].
Así empezó lo que iba a convertirse en un negocio que, solamente en Australia, supera los mil millones de dólares anuales [3].
Las nueces de macadamia frescas son dulces y tienen un sabor muy sutil parecido al coco. La nuez seca, aunque de cáscara menos dura y por lo tanto más fácil de cascar, tiene un sabor más fuerte y una textura más grasa. Es decir, algo parecido a lo que pasa con las nueces que se dan en nuestras latitudes.
Se puede consumir al natural, cocida, salada, tostada o caramelizada.
La nuez de macadamia de la variedad Macadamia Integrifolia es un alimento muy energético. Contiene más de un 80% de grasa y sólo 4% de azúcares. Los aceites naturales de la nuez de macadamia son en un 60/70% ácidos grasos mono-insaturados, el porcentaje más alto conocido, incluyendo en esta comparación el aceite de oliva.
Ácidos grasos mono-insaturados: estos ácidos grasos son aquellos cuyo consumo es aconsejado por nuestro médico de cabecera. Ésa es la “grasa buena”, la que nos va a ayudar a prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Es un concentrado de minerales y oligoelementos. Estos oligoelementos y las vitaminas la convierten en un excelente antioxidante. Veremos en otro post que dichas virtudes volverán a destacar en su vertiente cosmética.
Potasio: juega un papel importante en funciones vitales para nuestro organismo dado que hace que nuestras células funcionen adecuadamente. Ayuda a mantener el equilibrio de nuestro Ph (ácido/básico), contribuye a una buena transmisión de los impulsos nerviosos, resulta esencial en la contracción muscular, por ejemplo la del corazón, manteniendo el ritmo cardiaco constante y regular. También participa en numerosas funciones enzimáticas; favorece la penetración de los nutrientes en las células y la eliminación de los materiales de deshecho.
Magnesio: este mineral esencial participa en más de 300 reacciones metabólicas de nuestro cuerpo. Contribuye, al igual que el potasio, a la transmisión nerviosa, resulta esencial para la relajación muscular –vital para la función cardíaca-, es indispensable para un ritmo cardíaco regular, contribuye al metabolismo de los lípidos, regula los niveles de azúcar en sangre, mantiene una presión arterial adecuada y está involucrado en la fortaleza de huesos y dientes.
Las nueces de macadamia también constituyen una buena fuente de proteínas, calcio, fósforo, selenio, vitaminas A, B1, B2 y fibra. La proteína de la nuez de macadamia es pobre en lisina y rica en argentino. Es, además, muy baja en sodio. Si a todo esto le sumamos que no tiene colesterol y su sabor es sumamente agradable ¿qué más se puede pedir? De ahí que se concluya que puede prevenir la diabetes de tipo 2, disminuir los niveles de colesterol en sangre, proteger el corazón, los huesos, los dientes, favorecer la regeneración celular, estimular el sistema nervioso…
Podrían escribirse páginas acerca de todas las propiedades de la nuez de macadamia pero éste no es el objetivo de esta entrada que sólo persigue llamar la atención de las personas que aún la desconocieran, espoleando su curiosidad.
En fin, que todas estas propiedades son las que le han valido el nombre de “nuez de las mil virtudes” y permiten augurarle un magnífico futuro en nuestras mesas.
De la nuez de macadamia se extrae, como en el caso de otras muchas nueces, un aceite de uso tanto culinario, cuyosabor recuerda al de una avellana tostada, como cosmético que ya intuís fantástico. Lo abordamos en el post que trata de su uso cosmético.
[1] Fuente: Australian Macadamia Society
[2] The story of the Macadamia nut. Bauple Museum. www.bauplemuseum.com, p.1
[3] Id.,p. 2