Más allá de su uso como aceite base para el masaje, el aceite de nuez de macadamia posee unas propiedades más que interesantes. Repasémoslas tras una breve descripción.
El aceite de nuez de macadamia es lo que se podría llamar un aceite seco. Su absorción es rápida, total, profunda, y no deja rastro graso. Por sus características intrínsecas se suele decir que se asemeja mucho a nuestra grasa natural. Veremos que su incorporación en cremas corporales o mascarillas capilares resulta totalmente acertada.
Es un aceite ideal para hidratar y prevenir los problemas habituales y carencias de nuestra piel. Si habéis leído el post anterior acerca de sus componentes naturales, ya podréis imaginaros los beneficios que este componente, añadido en nuestros productos de higiene o cosméticos, puede aportarnos. Por supuesto, no pretendemos comparar ingesta de un alimento entero o el aceite que del mismo se pueda extraer con una mera aplicación local pero no olvidemos que nuestra piel es nuestro órgano más extenso y su capacidad de absorción, con todo lo que eso conlleva, es abrumadora. Para hacernos una idea, aunque el proceso sea desagradable e inquietante, pensemos en modo inverso: un veneno puede matarnos por contacto. De hecho, uno de los venenos más mortíferos es el VX, líquido neurotóxico. El simple contacto con una cantidad de VX equivalente a la cabeza de una aguja (8,6 milígramos), afecta a los nervios e impide entre otras lindezas que evitaremos reproducir aquí, que los glóbulos rojos puedan aportar oxígeno a las células, causando fallo multiorgánico y muerte por asfixia. Mata en cuestión de minutos a un adulto de 100 kg de peso. Pero no hace falta recurrir al ejemplo de este veneno de laboratorio para hacer hincapié sobre la capacidad de absorción de nuestra piel. El animal considerado como más letal del planeta es una pequeña rana de Colombia, llamada Rana dardo dorada, que contiene veneno suficiente en sus 5 centímetros de cuerpo para matar a 10 personas y cuyo simple contacto te envía ad patres.
Tras esta pequeña digresión mortífera, volvamos a nuestra nuez de macadamia y pensemos que, por lo contrario, un producto adecuado y aplicado en nuestra piel tendrá un efecto igualmente profundo y benéfico. Los repasaremos brevemente para quienes los desconozcan.
El aceite de macadamia es profundamente hidratante. Resulta, por lo tanto, muy interesante su incorporación en productos de uso dermatológico y capilar para aliviar ciertos síntomas. La sequedad puede llegar a ser un verdadero problema, sobre todo como consecuencia de patologías tales como la psoriasis o el síndrome de Sjögren. Sin incumplir ninguna normativa, se puede decir que alivia y combate la sequedad.
Otra propiedad destacable es su capacidad nutriente. Esa virtud que ya vimos en su presentación como alimento vuelve a aparecer en su vertiente cosmética. Al igual que cuidamos nuestra alimentación para disfrutar de un organismo sano, podemos cuidar nuestra piel para mantenerla sana. Lo estético viene naturalmente después como consecuencia inmediata. Es pues, un arma eficaz para luchar contra el envejecimiento (radicales libres) y la oxidación.
El aceite de macadamia es regenerador. Ayuda, de forma natural, a la renovación celular. Esta faceta nos vendrá bien a la hora de recuperar piel y pelo castigados por factores externos agresivos: viento, sol o entornos excesivamente ácidos. Es una buena herramienta para tratar grietas, estrías o cicatrices.
En productos bien formulados, el aceite de macadamia le aportará a nuestra piel y nuestro pelo elasticidad.
Así mismo, la macadamia es protectora. En uso capilar, te protegerá de los rayos UV.
Para evitar una excesiva longitud que haga antipática la lectura de este post, sólo añadiremos que el aceite de macadamia no es comedogénico; de hecho, está catalogado entre los aceites de índice 2. Recordemos que los la comedogenecidad de los aceites se miden en una escala que va de 0 a 5, siendo considerados los de las categorías 1 y 2 no comedogénicos. Por supuesto, conviene distinguir aquí, al igual que en el uso de los aceites esenciales, un uso puro de los aceites en general y el uso de un producto cuya fórmula incorpora un aceite en particular. No obstante, comparemos con el aceite de rosa mosqueta que tiene un grado comedogénico 5 y cuya inclusión en cremas puede provocar la aparición de comedones en ciertas pieles e independientemente de la edad.
En este punto y a modo de conclusión, no debemos confundir nunca rosa mosqueta y rosa damascena, confusión demasiado habitual y que puede inducir a error en la elección o rechazo de un producto cosmético. Por lo contrario, comprobar la presencia de macadamia en un producto cosmético ya nos permite cierta confianza en lo que en este aspecto se refiere y concentrarnos en otros ingredientes de su fórmula.